“Más de un centenar de personas, entre ellos al menos 50 niños, resultaron intoxicados por emanaciones de un parque industrial en Quinteros y Puchuncaví”.
El término “Zona de sacrificio” fue acuñado en los años 70 por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos para designar lugares de bajos ingresos donde los gobiernos han decidido instalar industrias de gran envergadura, dañinas para el medio ambiente y, por lo tanto, para la vida de las comunidades humanas y no humanas preexistentes a dicha instalación. El pretexto es que la presencia de dichas actividades mejorará las condiciones materiales de los habitantes de la zona y que los costos medioambientales son externalidades negativas que estos deben asumir.
Las evidencias muestran lo contrario: el daño expresado como degradación de los ecosistemas y a la salud de todos es muchísimo mayor que los supuestos beneficios y, precisamente, estos son factores que atentan contra cualquier posibilidad de desarrollo local.
Hace algunas semanas en Chile, las localidades de Quintero y Puchuncaví fueron afectadas por un severo caso de contaminación industrial que intoxicó a un centenar de personas, entre ellos al menos 50 niños, todos intoxicados por emanaciones de un parque industrial donde operan más de 15 compañías, incluidas cuatro termoeléctricas a carbón y refinerías de crudo y cobre que rodean a las dos poblaciones, que luego del episodio fueron puestas bajo alerta sanitaria para reducir la crisis ambiental en esa zona de la costa central.
Tras reunirse con autoridades de ambas comunas, ubicadas en la región de Valparaíso (120 km al oeste de Santiago), el Ministerio de Salud anunció en un comunicado la alerta sanitaria que permitirá disponer de “algunos recursos y una organización de los recursos para actuar rápido”, además de medidas de preventivas y de mitigación que vayan en favor de la población, ¿Pero que tipo de medidas pueden ser implementadas tan rápidamente?
Quintero y Puchuncaví zonas de sacrificio ambiental
Las clases en colegios públicos y privados fueron suspendidas, mientras que la población ha salido a las calles a protestar por la contaminación que afecta a esta zona desde hace décadas. En 1958 el gobierno chileno decidió relegar la pesca artesanal y la agricultura para convertir la zona en un polo industrial, el cual la organización medio ambientalista Greenpeace llamó “el Chernóbil chileno”. (Destacar esto para las RRSS, Me gusta este título)
La alerta obliga a poner una mirada más preventiva con respecto a las medidas que se deben tomar: primero con aquellas fuentes fijas de emisión y cómo reducir su impacto en las personas y luego, poner al centro de la preocupación, la prevención. Por tanto, las autoridades consideran fundamental el cierre de esas fuentes emisoras y no de colegios u organizaciones vecinales.
Asimismo, se anunció la creación de un Plan Integral de Recuperación Sanitaria (PIRS), programa de reparación en salud para habitantes de la zona en recuperación de Quintero y Puchuncaví. “El objetivo sanitario es aminorar las secuelas generadas en la salud de las personas por la contaminación causada por la exposición a los diferentes gases”, indicó el gobierno a través de un comunicado.
Ocho compañías que operan en el parque industrial tuvieron que asumir medidas para reducir sus emanaciones contaminantes, entre ellas la Fundación Ventanas, de propiedad de la minera estatal Codelco, mayor productora mundial de cobre, que suspendió sus operaciones por decisión propia mientras se investigan los hechos, pero definitivamente, suspender operaciones de manera inmediata o suspender clases en colegios no son soluciones prácticas en lo inmediato.
Empresas y expertos debaten sobre cuál sería la forma adecuada de comenzar a implementar planes de mitigación concreta y práctica, sin afectar de manera agresiva la actividad económica ni el diario vivir de los habitantes de las zonas aledañas. Purificar y Sanitizar el aire de los vecinos directamente afectados, tanto en sus casas, como trabajos y escuelas es una medida elemental que cobra gran sentido en el contexto actual, sobre todo dada la facilidad y rapidez de hacerlo en espacios cerrados.
Si bien, controlar el nivel de contaminantes, bacterias y olores al aire libre se hace muy difícil al corto plazo, hacerlo en recintos cerrados es perfectamente viable y tiene un efecto garantizado del 99,9%. Este tipo de tecnologías están disponibles en el mercado a través de purificadores de aire y tecnologías de sanitización que podrían funcionar como punta de lanza del plan de mitigación que impulsa el gobierno en las zonas afectadas.
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